Edgar Allan Poe: El Cuervo

Los que sueñan de día son conscientes de muchas cosas que escapan a los que sueñan sólo de noche.

edgarallanpoe

Esta frase de Edgar Allan Poe me parece el perfecto prólogo para hablar sobre uno de los mejores novelistas y poetas que ha dado la literatura norteamericana y a quien damos la bienvenida por primera vez a La Casa Victoriana en este tiempo de misterio y almas perdidas que es el Samaín, en mi tierra, o Halloween en tradición anglosajona.

Sabéis que en todos los post pongo especial cuidado en la elección de las ilustraciones que acompañan a los textos. En este caso me he decidido por ilustraciones de la artista británica Lisa Perrin, a quien le agradezco nuavemente su permiso para reproducir sus obras – al final del artículo os dejo la dirección de su blog y la entrada que hice en Mi Casita de Papel con sus magníficas paper dolls de Emily Dickinson y Sylvia Plath – del genial Gustave Doré, de John Tenniel, y por último de Edmund Dulac, que pondrá la nota de color a este homenaje en blanco y negro (poniendo el ratón sobre las imágenes veréis el nombre de su autor)

Una breve biografía

Edgar Poe nació en Baltimore en 1809, y habiendo quedado huérfano muy joven fue acogido por el matrimonio Allan, de quien adoptó su apellido. John Allan era un hombre severo a quien le disgustaba enormemente que su hijastro, a quien habían educado en los mejores colegios privados de Inglaterra y Estados Unidos no encontrara su lugar y gastara su dinero en alcohol y en el juego. Por este hecho fue expulsado de la Universidad de Virginia donde cursaba estudios.

Allan, decepcionado y cansado con la actitud de su hijastro amenazó con desheredarlo y repudiarlo sino se enmendaba. Para evitarlo Edgar encontró un trabajo en una oficina que no le duró demasiado, ya que aborrecía la vida organizada y controlada. Despedido de su trabajo, aprovechó para buscarse la vida como escritor publicando su primer trabajo sin mucho éxito.

Sin dinero, intentó reconciliarse con su padre enrolándose en el ejército. Allan pensando que su hijo se había enmendado, se encargó de que obtuviera un rápido ascenso, pero pronto fue expulsado por incumplimiento del deber.

Rotos todos los lazos con sus padres adoptivos decidió dedicarse a la literatura y al periodismo, donde poco a poco, gracias a su estilo mordaz y a sus relatos cortos y poemas tan inquietantes como diferentes fue haciéndose un nombre de referencia.

Aunque su gran pasión era la poesía, las necesidades económicas le hicieron trabajar como articulista para varias revistas y, afortunadamente para todos sus lectores, adentrarse cada vez más en el terreno de la prosa, de la que se convirtió en un maestro y en un escritor de referencia y extraordinaria influencia que ha llegado hasta nuestros días.

Sus argumentos inquietantes, sus protagonistas casi desquiciados, algunos al borde de la locura, los desenlaces inesperados se convirtieron en el sello personal de los relatos cortos del escritor norteamericano.

Se casó con su prima, Virginia Clemm, de tan solo 13 años en 1835, causando un gran escándalo en la sociedad de su época. La joven murió en 1847, dos años después de la publicación de El Cuervo, dejando a un Edgar desolado, sumido en la depresión, el alcohol y las drogas. Edgar Allan Poe murió en 1849, dos años después del fallecimiento de su esposa.

Como suele ocurrir el verdadero valor de su arte como escritor fue más valorado por las generaciones posteriores que por sus contemporáneos.

Su obra no es muy extensa en cuanto cantidad, aunque irradia calidad tanto desde sus poemas como desde sus narraciones.

El Cuervo

El cuervo fue publicada en 1845. Narra la visita de un cuervo a la casa de un amante desesperado por la pérdida de su amada Leonor. La atmósfera enrarecida, asfixiante y casi sobrenatural que transmite el poema nos hace vivir el dolor del amante hasta los mismos límites de la locura, mientras el cuervo repite un hipnotizante Nevermore (nunca más). La musicalidad y el lenguaje del poema acentúan más la sensación de desasosiego que transmite el poema.

El cuervo

Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
oyóse de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
“Es —dije musitando— un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más.”

¡Ah! aquel lúcido recuerdo
de un gélido diciembre;
espectros de brasas moribundas
reflejadas en el suelo;
angustia del deseo del nuevo día;
en vano encareciendo a mis libros
dieran tregua a mi dolor.
Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.
Aquí ya sin nombre, para siempre.

Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
llenábame de fantásticos terrores
jamás antes sentidos.  Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar. Algún visitante
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
Eso es todo, y nada más.”

Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
y ya sin titubeos:
“Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón
imploro,
mas el caso es que, adormilado
cuando vinisteis a tocar quedamente,
tan quedo vinisteis a llamar,
a llamar a la puerta de mi cuarto,
que apenas pude creer que os oía.”
Y entonces abrí de par en par la puerta:
Oscuridad, y nada más.

Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”
Apenas esto fue, y nada más.

Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
toda mi alma abrasándose dentro de mí,
no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
“Ciertamente —me dije—, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
y así penetrar pueda en el misterio.
Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
y así penetrar pueda en el misterio.”
¡Es el viento, y nada más!

De un golpe abrí la puerta,
y con suave batir de alas, entró
un majestuoso cuervo
de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia,
ni un instante quedo;
y con aires de gran señor o de gran dama
fue a posarse en el busto de Palas,
sobre el dintel de mi puerta.
Posado, inmóvil, y nada más.

Entonces, este pájaro de ébano
cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
con el grave y severo decoro
del aspecto de que se revestía.
“Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—,
no serás un cobarde,
hórrido cuervo vetusto y amenazador.
Evadido de la ribera nocturna.
¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
pudiera hablar tan claramente;
aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos
sino concordar en que ningún ser humano
ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
posado sobre el dintel de su puerta,
pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
de Palas en el dintel de su puerta
con semejante nombre: “Nunca más.”

Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.
las palabras pronunció, como virtiendo
su alma sólo en esas palabras.
Nada más dijo entonces;
no movió ni una pluma.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
“Otros amigos se han ido antes;
mañana él también me dejará,
como me abandonaron mis esperanzas.”
Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”

Sobrecogido al romper el silencio
tan idóneas palabras,
“sin duda —pensé—, sin duda lo que dice
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
de un amo infortunado a quien desastre impío
persiguió, acosó sin dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica
de ‘Nunca, nunca más’.”

Mas el Cuervo arrancó todavía
de mis tristes fantasías una sonrisa;
acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
empecé a enlazar una fantasía con otra,
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
lo que este torvo, desgarbado, hórrido,
flaco y ominoso pájaro de antaño
quería decir granzando: “Nunca más.”

En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,
frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,
quemaban hasta el fondo de mi pecho.
Esto y más, sentado, adivinaba,
con la cabeza reclinada
en el aterciopelado forro del cojín
acariciado por la luz de la lámpara;
en el forro de terciopelo violeta
acariciado por la luz de la lámpara
¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!

Entonces me pareció que el aire
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
“¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Leonora!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabolica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
enviado por el Tentador, o arrojado
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
a esta desértica tierra encantada,
a este hogar hechizado por el horror!
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
ese Dios que adoramos tú y yo,
dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
tendrá en sus brazos a una santa doncella
llamada por los ángeles Leonora,
tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
llamada por los ángeles Leonora!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso.
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
que profirió tu espíritu!
Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta.
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
Aún sigue posado, aún sigue posado
en el pálido busto de Palas.
en el dintel de la puerta de mi cuarto.
Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!

Si preferís escucharlo y leerlo en inglés, a la vez que veis las ilustraciones de Dore os recomiendo este video donde el poema está excepcionalmente narrado por el inigualable Vincent Price.

The raven by Vincent Price

Y no he podido resistirme a poner este recortable de Lisa Perrin

¡Feliz Haloween a todos! Bo Samaín!

Muchísimas gracias a todos/as por vuestros comentarios y sugerencias que merecen una actualización de esta entrada.

Cuando estaba escribiendo este post no pude dejar de recordar el inolvidable homenaje que Los Simpsons hacen a El Cuervo con una versión tan buena como irreverente. Me parece estupenda la sugerencia de Fina de rememorarla así que la añadimos a esta entrada.

El cuervo. The Simpsons

Y gracias a Sonia he hecho todo un descubrimiento: las Historias de Juan José Plans en RNE. Plans no sólo narra admirablemente cuentos y relatos, sino que hace un repaso por las efemérides del año en el que fue escrito, y nos trae una pequeña introducción a la vida y obra del autor. Muy recomendable. No dejéis de visitar su Miedoteca, para noches de Halloween o de oscuras y atronadoras tormentas…

Os dejo un link con los Podcast del programa (y La caída de la Casa Usher, como destacado)

http://www.ivoox.com/temporada-1-prog-23-el-humdimiento-casa-del-usher-audios-mp3_rf_865993_1.html

Laura, anímate con Poe, en cuanto comiences no podrás parar y acabarás leyéndote todos sus cuentos, te lo aseguro.

Bo e terrorífico Samaín!


Ilustraciones de Lisa Perrin

Mi Casa de Papel. Lisa Perrin

9 comentarios sobre “Edgar Allan Poe: El Cuervo

  1. Jo,qué entrada tan genial,me encanta , y me encanta la figura de Edgar Allan Poe,aunque reconozo que le he leído poco, más poemas que relatos,El Cuervo me gusta mucho,también he leído El escarabajo dorado,creo que se llama,y algo más,le tengo muy pendiente aun.Geniales también las ilustraciones,muy cuidada la entrada.
    Un saludo!

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  2. ¡AAAIIII, tocándome la venita con este post tan ¡gótico!, o sea, chulo jeje.
    Yo me lo he leido todo, todo, todo de E.A.Poe y aunque soy de la idea de que hay más literatura que vida suficiente para leerla y que leer más de una vez una misma obra nos resta un tiempo valiosísimo, tengo que confesar que el echizo de Poe me vence y siempre acabo por releer algo suyo. Si quereis una buena edición con la colección completa de sus cuentos os recomiendo la edición de la editorial edhasa traducidos por Julio Cortázar. Y si quereis un resumen del cuervo super divertido nada como el tercer episodio de la segunda temporada de los Simpsons (especial Halloween «Treehouse of Horror»)
    ¡Pues si señor!¡bienvenido sea!… y has escogido el mejor de los momentos… y yo me lo dedico con tu permiso!!! 🙂

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    1. Me ha encantado el pensamiento de que hay más literatura que vida…pero es que es verdad! Eso sí con Poe merece la pena repetir. Nos apuntamos la edición de Edhasa y como ya has visto incorporamos a los Simpsom al post!
      Un besazo,
      María

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  3. Una vez más muchas gracias por las interesantes entradas de tu blog. Si me permites, me gustaría recomendar a tus seguidores un programa que emitió durante varios años Radio
    Nacional de España, titulado «Historias», y que dirigía Juan José Plans. Pues bien ,en éste programa se hizo una serie dedicada a Edgad Allan Poe, en la que se narró su biografía y una serie de dramatizaciones de algunas de sus obras. Si rebuscáis un poco por la red es posible que encontréis alguno de ellos. Son muy aconsejables para estas noches , para, como él mismo decía, «pasarlo de miedo»
    Gracias de nuevo, «hada de papel». Un saludo a todos.

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  4. Jajajaja,muchas gracias por el consejo,debería hacerlo sí,lo intenté también con un libro de relatos suyos,me leí el de «El gato negro» y luego lo otro del que no recuerdo el nombre,pero terminaban de una forma como muy repentina y no los entendí,quizás no comprendo ese terror,o quizás su fama se basa en el mundo que crea ,la ambientación y demás,más que en «dar miedo»,no sé si me esparaba una especie de Stephen King del siglo XIX.
    Un saludo!
    Por cierto me encanta que me nombres en tus entradas 😀

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    1. Cierto, cierto..muchas gracias por la corrección. Virginia murió dos años después de la publicación de El Cuervo, no dos años después de casarse. Y Edgar murió dos años después del fallecimiento de su esposa. Con tantos «dos años después» me bailaron las fechas y los «maté» a todos antes de tiempo (oops!).
      Entrada actualizada y corregida.

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  5. Que delicioso cuento tan emotivo y desgarrador hace al lector caer y levantarse como un triste sueño.
    La voz de el incomparable Vincent Price ,llega como como un escalofriante torrente de amargura permitiendole a nuestra alma el susurro de un recuerdo.

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